Entrevista a Milagros Moreno, Secretaria General de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares

 

  • Milagros Moreno comenzó su andadura en el movimiento asociativo en la década de los 60 de la mano de la Asociación Española de Lucha contra la Poliomielitis y con el compromiso de ser madre de una persona con discapacidad.
  • Ha ocupado distintos roles dentro de los órganos directivos de numerosas entidades, como son el Centro ADIARE, la Comisión de empleo de FADEM o la Federación FADEM Madrid. Además, ha sido miembro del CERMI Madrid, vice-Presidenta de la Junta Directiva de FEAPS Madrid y tesorera de la Junta Directiva de FEAPS Confederación.
  • En la actualidad, Milagros Moreno es secretaria general de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares, y secretaria de la Junta de Patronos de FUTUMAD.

Pregunta AEFT: ¿Como madre, cuáles son los retos más difíciles a los que se ha tenido que enfrentar en estos años? 

Respuesta: En primer lugar, el reto más importante y duro fue el de luchar contra la falta de visibilidad de las personas con discapacidad intelectual. En aquella época (la década de los 60) la sociedad entendía que lo correcto era que las personas con discapacidad tenían que estar cuidadas en su casa y por su familia. No se contemplaba darles visibilidad o participación social

«En la década de los 60 no se contemplaba dar visibilidad o participación social a las personas con discapacidad intelectual»

Ese fue el hecho más importante y difícil al que me tuve que enfrentar. Para ello, tuve que “lanzarme” a la calle con mi bebé y reclamar el mero derecho que tenía de poder salir tomar el sol como los demás. Esa fue una rotura de costumbres y sistemas establecidos con los que me enfrenté; siempre entendiendo que no había maldad por su parte, pero sí un afán de protección que iba en contra de lo que yo creía que eran los elementos básicos que mi hijo tenía que tener.

P. ¿Y como representante de las entidades para las que ha colaborado?

R. En las entidades hemos tenido que ir abriendo líneas de actuación desde ese “nada” que había, para poder dar cobertura a toda la trayectoria de vida que tienen las personas con necesidades de apoyo concretas. Esta labor la hemos realizado por etapas y por fragmentos. Hemos tenido que ir avanzando muy poco a poco. Todo esto ha supuesto mucho trabajo, pero ha sido una labor muy ilusionante.

P. Además, en su implicación con el mundo de la discapacidad intelectual, usted ha sido testigo y protagonista del nacimiento y la historia de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares; donde ha desempeñado el papel de Secretaria General desde su creación en 1995. ¿Cuál fue el hecho decisivo que hizo que se involucrase en la causa de las Fundaciones Tutelares?

R. Como bien se ha dicho, yo ya estaba inmersa desde el año 60 en este mundo y, dentro de ese recorrido, llegó un momento en el que desde las familias nos preguntamos sobre el futuro de nuestros/as hijos/as.

Fue en el año 83, gracias a la modificación de Código Civil, cuando se permitió por primera vez que las personas jurídicas (entidades, asociaciones, fundaciones…) pudiesen obtener el compromiso de tutela de personas físicas; abriendo nuevas líneas de actuación en las que nacieron las Fundaciones Tutelares.  Cuando estas entidades tutelares formaron un número importante dentro del mapa nacional, se planteó desde FEAPS (actual Plena inclusión) que había una necesidad de aglutinar todos esos compromisos en una línea de actuación concreta, que reforzara el buen ejercicio de la tutela y diese respuesta a esa gran pregunta que nos hacíamos los padres: “¿Quién se ocupará de nuestro hijo/a cuando nosotros no estemos?” En mi caso, en el año 1989, yo ya había obtenido mi primer compromiso con las entidades tutelares al haber sido una de las personas fundadoras de la Fundación Tutelar de Madrid (FUTUMAD). Participar en 1995 en la creación de la AEFT fue lo natural.

P. Como bien ha dicho, hay un denominador común en todas las Fundaciones Tutelares que es el de intentar dar respuesta a la incertidumbre de los padres ante la pregunta: “¿Quién se ocupará de nuestro hijo/a cuando nosotros no estemos?”. ¿Qué valor añadido considera que ofrecen las entidades a las que aúna la AEFT a la hora de salvar la incertidumbre de estos progenitores?

R. El valor añadido es dar respuesta a la intención inicial de la Asociación: consolidar un concepto general y global de lo que se entendía como el buen ejercicio de la tutela. Dentro de nuestros primeros estatutos y de nuestras primeras reglas de actuación, hay una serie de líneas que hemos querido seguir de manera totalmente fiel y que condicionan lo que nosotros entendemos como el ejercicio libre de la tutela. Entre ellas, hay una que yo siempre destaco y es la de no ser “juez y parte” de la vida de la persona a la que prestamos apoyo.

P. Durante las dos décadas de trabajo de la Asociación en la promoción y defensa de los derechos de las personas con discapacidad intelectual con la capacidad jurídica modificada, ¿cuáles considera que han sido los grandes retos a los que se ha tenido que enfrentar la Entidad?

R. Los grandes retos han sido varios. El primero, el de habernos tenido que hacer un hueco en la sociedad y en la Administración. Para subsistir necesitamos unos apoyos económicos y, para poder acceder a ellos, teníamos que hacernos un hueco “vendiendo” la necesidad de nuestra existencia. Teníamos que “vender” la buena oportunidad que suponía crear unas Fundaciones Tutelares que cumplieran con el compromiso de atender de por vida las necesidades de una persona. Otro de los retos ha sido el de aglutinar esos principios que entendíamos como básicos para el ejercicio de la tutela, de manera regular, en la misma línea, y para todas las Fundaciones Tutelares. Para este reto seguimos trabajando, creando formas de actuar y de entender la tutela desde la seriedad y el compromiso.

P. Por contraposición, después de tanto esfuerzo y trabajo, ¿cuáles han sido los grandes logros obtenidos?

R. Nuestros logros dan respuesta a nuestros objetivos. Poco a poco vamos teniendo un lugar en la sociedad y en los conceptos generales de los Servicios Sociales. Hemos logrado demostrar que verdaderamente una entidad que no forma parte del concepto familiar, sino que es una entidad sin ánimo de lucro, puede hacer un buen ejercicio de la tutela y puede dar los apoyos que corresponden a la persona que los precisa; siempre por decisión judicial y sólo cuando no exista familiar o persona física idónea para ello.

P. Para finalizar, ¿cuáles cree qué son los principales retos de futuro a los que se va a tener que enfrentar la Asociación  en su adaptación al nuevo entorno que se está constituyendo en el sector de la discapacidad intelectual? 

R. La situación convulsa y de crisis que vivimos nos afecta de lleno, pero nunca debemos olvidar que trabajamos para las personas y que nuestro compromiso con ellas es muy importante. Sea como sea, siempre tendremos  en consideración este hecho y todo lo que hagamos tiene que ser en beneficio de ellas.

«Aunque estemos en tiempos convulsos, no debemos olvidar que nuestro fin son las personas y que la crisis económica no puede afectar a la calidad de nuestro servicio»

Debemos seguir luchado a contracorriente. La crisis nos afecta de lleno, pero esto no tiene que empeorar la calidad del servicio que prestamos. Por lo tanto, nos enfrentamos a muchos retos; al de seguir mejorando y trabajando en la integración social y absoluta de las personas.  Y es aquí donde siempre tengo en mente un reto que me preocupa de manera especial y es el de no olvidarnos de aquellas personas que tienen grandes necesidades de apoyo y a las que tenemos que dedicarles una atención especial. Todo ello, pensando, entendiendo y recordando que para aquellas familias que tienen personas con más necesidades de apoyo, la preocupación de confiar la tutela de sus hijos/as a una entidad, siempre resulta más difícil.

icon-arrow-circle-right Consulta el libro conmemorativo del 20 aniversario de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares aquí.

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